Como lo habíamos anticipado y, tal vez deseado: la justicia es lenta pero inexorable. La despiadada e increible farsa de darle una oportunidad al cocoliche pasó sin pena ni gloria: 8 goles en diez días. En 48 horas volverán a la mediocridad a la que pertenecen. Pero estas líneas son para el ganador.
Un enorme corazón brindado y prodigado por los pibes. Los del rioba. A quienes no los desvela ser ultraprofesionales. Unas cuantas almas llenas de ilusión y de esperanzas. Y así, con el corazón y desde el alma llegaron al ascenso. Los desvelos y las ansias de Caso, al que algunos llaman Chiche. La mística de ese lungo interminable que deja sudor y amor en cada bocha cabeceando o atajando, el flaco, el gran  Lara. Y la estrategia y la necesidad de mantener unidos a los fieles y devotos confirma como excepción la regla de que no hay gordo vivo. Este es ancho, muy inteligente y sagaz. Su lealtad finalmente tuvo su premio. El tata barbudo desde arriba unió los cabos. Hoy el pueblo festeja. 
Su señoría: ES JUSTICIA

 
 
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