Imperdible nota de nuestro querido Hugo Asch, publicada hoy en Perfil. No hay una línea que no merezca ser leída.
Publicado en edición impresa de ¡TODO POR LA AFA! LA VIEJA GUARDIA GRONDONISTA, EN GUERRA CONTRA TINELLI
‘Apocalypse Now’ en la calle Viamonte
“No es del todo correcto decir: me creo poderoso. Eso sería soberbia (…) El poder en el que creo
no es ejercido por mí sino por otros, que se me someten”
Franz Kafka (1883-1924);de “Fragmentos póstumos”.
no es ejercido por mí sino por otros, que se me someten”
Franz Kafka (1883-1924);de “Fragmentos póstumos”.
Hace unos años, con la idea de desarrollar una futura revista 
infantil de fútbol, tuve una inolvidable entrevista en las oficinas de 
la empresa Santa Mónica –la que, por alguna razón, se encarga de 
comercializar a la selección argentina– donde, en menos de una hora, me 
desasné en tiempo récord sobre cómo se manejan las cosas en el negocio 
del fútbol.
La idea era saber si era posible salir al mercado con un muñequito de
 Messi, así que mis preguntas apuntaron directamente hacia los derechos 
de imagen, los costos, esas cosas. Un amable ejecutivo me recibió en las
 oficinas de Avenida del Libertador y me explicó la situación con tono 
didáctico, intentando no lesionar mi orgullo. La mano venía complicada.
 —Mirá, con la camiseta del Barça es del club, con una de cualquier 
color es del papá y con la de Argentina, es nuestro. No quisiera 
desanimarte, pero si lo quieren con la 10 de la Selección, además de un 
canon fijo, tendrían que ceder un porcentaje sobre el aumento de las 
ventas promedio y algunas cositas más que pueden surgir. Negociar con 
don Julio no es fácil, je.
Me lo imaginaba y sonreí, sabiendo que había ido a patear un penal y 
que no tenía fuerzas ni para llegar al arco. Ya en confianza, el hombre 
–con una sonrisa cómplice similar a la que iluminó a Juan Carlos Crespi 
cuando en el sorteo de grupos del Mundial de Brasil, y ya conocida la 
autopista preparada para el equipo nacional, se tocó el hombro con dos 
dedos recordando las omnipresentes jinetas del Jefe– me contó una 
anécdota con un poderoso sponsor oficial, de esos que aportan durante 
cuatro años para asegurarse el lugar durante la Copa del Mundo.
—Un día, viendo que el ómnibus de la Selección tenía algunos añitos, 
alguien le comentó: “Mírelo, don Julio, ¿no es hora de cambiarlo?”. Ni 
lo pensó. “Tenés razón, querido, pidamos otro”. Lo hicieron, y la 
empresa concedió un descuento fuera de lo común. Cuando fueron a 
contarle, orgullosos de haber conseguido un bus ultramoderno a precio de
 ganga, el Jefe frunció el ceño y murmuró: “¿Pagar? Háganme el favor; 
que lo dejen o buscamos otro sponsor”. A los pocos días llegó un ómnibus
 cero km, impecable. Sin poner un peso, obvio.
Me fui algo confundido. Primero, porque debía pensar con qué 
reemplazar a ese muñequito imposible. Después, porque nunca pude darme 
cuenta si hablábamos de Santa Mónica, de la AFA o del mismísimo 
Grondona. La misma sensación, parece, ha tenido la jueza Servini de 
Cubría, que tiene abierta una causa donde se la investiga. Misterios.
Alex Ferguson 27, Wojtyla 26, Rosas 20, Brézhnev 18, Roosevelt 12, 
Perón 10, Los Beatles 9, Obama 6, Osvaldo 5 meses y el Adolfo una 
semanita, la del default. ¿Grondona? 35 años, sin abandonar su trono, 
como un papa. Ese hombre sí sabía mantener el poder. Intuitivo, astuto, 
paternal, vengativo, paciente, inmutable. Como la mayoría de los 
caudillos, no dejó un sucesor, salvo sus correveidiles de brazos 
enyesados de tanto levantarlos para votarle a todo que sí.
Julio Grondona llegó al poder casi de casualidad en 1979 y supo 
blindarse con habilidad de artesano para mantener y aumentar su poder, 
aquí y en la FIFA. Un imperio propio que manejaba como a su ferretería 
de Sarandí: “Si sos leal, yo te doy, lo anoto y ya vemos cómo me pagás”.
Todo sistema caudillista necesita, imperiosamente, una corte de 
genuflexos dispuestos a venderse por algo: un viajecito con foto cholula
 incluida, viáticos en dólares, reventa de entradas o ciertos negocetes 
que surgen, de tanto conocer gente importante. Esos vivillos de barrio 
venidos a más son los que ahora intentan aferrarse a sus sillones. 
¿Alguien los imagina por fin liberados de un sistema perverso, llenos de
 nuevas ideas? Nah…  
¿Acaso Grondona era un líder negativo, como llaman de manera tan 
curiosa a algunos jugadores? No. Grondona era un líder y los que lo 
obedecían sabían bien lo que hacían. Para ellos era un líder muy 
positivo. Los líderes negativos son emergentes, no existen sin grupos 
afines que los siguen.
A menos que uno simplifique groseramente, como Tim Rice, guionista de
 la ópera Evita, cuya versión podría reducirse en una frase: “Prostituta
 astuta seduce a militar ambicioso y juntos someten a pueblo de 
pusilánimes”. Uf. Recuerdo la puesta de Londres, ¡donde Magaldi cantaba 
un tango con maracas y un sombrero con pompones! Las cosas son algo más 
complejas, aun para una comedia musical. Ni les cuento en el viscoso 
negocio del fútbol.  
Víctor Blanco –un empresario a quien tuvieron que convencer para que 
terminara el mandato en Racing luego de la pelea Cogorno-Molina y ya en 
el poder decidió quedarse– también aspira al sillón, cuentan, con apoyo 
oficial. No tiene, por cierto, el physique du rol de los grondonistas de
 toda la vida. Gente como Luis Segura –cortaboletos de luxe en Brasil–, 
Chiqui Tapia, –el yerno de Moyano, familia donde todos tienen su 
clubcito– o Crespi, el de las jinetas. Viéndolos, muchachos, uno 
quisiera hacer trizas aquel refrán que dice: “Más vale malo conocido que
 bueno por conocer”.
Me gustaría que Marcelo Tinelli pudiera competir con el proyecto que 
acaba de presentar. La cláusula restrictiva de los cuatro años existe, 
pero, intuyo, podría modificarse, enmendarse o ser reinterpretada, cosa 
que ha sucedido mil veces durante 35 años sin que a nadie se le moviera 
un pelo. Entonces sí: a los votos y que gane el mejor. Sería, digamos, 
el último pecadillo Grondona style; pero esta vez, al menos, por una 
buena causa.
Como reflexiona en off Martin Sheen, el captain Willard de Apocalypse
 Now, mientras navega de Vietnam hacia Camboya: “Mierda… Acusar de 
asesinato a un hombre en este lugar es como hacer multas por exceso de 
velocidad en las 500 millas de Indianápolis”.  
 
 
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