En uno de sus últimos actos -presumimos- dados los hechos consumados, firmes y consentidos: Eduardo Castagnini, el breve, dejó para la historia la herencia de su patético paso por la presidencia de la entidad de la calle 6, firmando una resolución desopilante. Dio por heredad la impunidad a los violentos que integran la sociedad (opaca y de compadritos) que lo sustenta para que no se caiga del cargo que usurpa.
En verdad, los incidentes en la jornada de juveniles, disputada por la Agrupación Infantil Las Malvinas y Everton no sale mucho de la media habitual de violencias que asechan las canchas liguistas. El modo de percibir esas violencias, necesariamente, se carga con la subjetividad del agente que percibe. Sin embargo, el familiar (padre de un jugador, al parecer) un perdulario inclasificable que, a viva voz, arenga a su hijo para que castigue a otro joven, circunstancial adversario, llena de preocupación y, porqué no admitirlo, de perplejidad a la hora de juzgar ese hecho lamentable. Esa arenga nos debe interpelar como integrantes de una Liga que promueve la práctica disciplinada del fútbol y, como sociedad en torno a que queremos que hagan nuestros hijos. Los llevamos a un club de barrio de la mano para la práctica de un deporte o, ¿para qué aprendan a resolver, a como de lugar, sus contiendas y problemas?
Dar un par de fechas de suspensión a los deportistas parece homologar antes que castigar un accionar inaceptable y enviar a realizar cursos como punto de apalancamiento otra burrada. Sencillamente, los cursos son instancias secundarias que dan encarnadura a la sanción, nunca a la inversa.
En las sociedades evolucionadas cualquier hecho de violencia, por justificado que parezca, resulta inaceptable. Terminamos, hace unas horas de presenciar, en vivo, la reacción desmedida del actor Will Smith. Una humorada, de pésimo gusto, sobre un problema orgánico de su esposa, por el humorista de turno de la ceremonia, lo llevó a agredirlo ante millones de televidentes. La sanción: diez (10) años de prohibición de concurrir presencial o virtualmente a las ceremonias de la academia de Hollywood. Puede ser ternado y aún seguir ganando premios mas no puede concurrir a recibirlos. Golpe de knout al ego del actor. Sin embargo, el mensaje retumba alto y claro: la violencia es inaceptable.
El cadáver insepulto del breve, igual que el de su mentor, Mazzacane, comienza a oler feo y deja una bolsa de restos, en la casona de la Liga; podrá ser fácil quitarla mas la fetidez de su hedor tardará mucho tiempo en dejarnos.
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