Con
las designaciones Pablo “torbellino” (como lo apoda un colega amigo) Toviggino
creó un nuevo cuerpo de élite LA FEDERAL.
A la manera de aquella comisión impoluta que en los 30 del siglo pasado
en plena Ley Seca dio combate a las mafias de Chicago inmortalizando a su jefe,
Eliot Ness.
La
federal nada tiene que ver con la fuerza policial capitalina con competencia en
territorios sometidos a la jurisdicción federal a la que le dejaremos el nombre
de “federicos” para no confundir.
La
federal es una comisión variopinta con competencia en temas políticos,
institucionales, reglamentarios, etc., que vendría a suplantar al “cuerpo”
nominación abstracta con la que se graficaba a los representantes y mesa
directiva como sujeto votante y refrendador de anteriores gestiones. Estos
representantes del consejo federal, en general, eran elegidos por las ligas del
interior y hacían pantomimas de una supuesta democracia discutiendo de soslayo un
par de temas y aprobando 15 o 20 “Resoluciones de la Presidencia”, o sea,
levanta manos, ¿vio?
Los
viejos políticos del consejo federal con esta nominación abstracta le sustraían
su categoría de sujeto político bajando a tierra muchas de las infelices
ilusiones de ciertos representantes. Esos a los que se los comía el personaje, ¿me
entiende?
Comisión
de notables y notorios. Algunos de ellos a fines del 2015 bajaban de Sierra
Maestra proclamando la revolución en el fútbol y exigían cambios estructurales.
Hoy peticionan que no se “rezongue” y colaboración. A tono con la rueda sin palos
que traben su andar, como gusta repetir discursivamente al presidente Macri.
Viejos combatientes que guardaron los fusiles y con lapicera en mano se proponen
gestionar los nuevos tiempos. Ayer proclamaban entre aplausos en los cafetines
porteños la conducción de Ceresa. Hoy son Tovigginistas de la primera hora. Al
lector le parecerá conocida esta escena.
En
otros casos hay designados que dejan boquiabiertos a muchos colegas. “Presiden
pero no conocen las canchas ni van a las ligas”, refieren con tristeza.
“Mucha
rosca en la Capital Federal pero ante sus representados son apenas referenciales”,
concluyen.
Viejo
lamento afista. Cambian los tiempos pero se mantienen indemnes ciertos vicios
de origen.
Lo
cierto es que Torbellino constituyó un cuerpo especializado acorde a su manera
de pensar y trabajar y se propone dejar atrás la polaridad personal desgastante
intentando transitar una nueva senda con menos interna y más trabajo.
Federales
y Federicos en el nuevo paisaje porteño que desde la calle Viamonte quiere
reinventar el fútbol con prácticamente los mismos que sustentaron el
grondonismo al que en estos días nadie, ni siquiera en chiste, quiere
pertenecer.
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