Es sabido que un tiempista es aquel que previsualizando lo inevitable dosifica las acciones para que su aparición sea natural no precipitada.
Mientras el santiagueño Toviggino que, de momento, detenta la posesión de los sellos y el poder en Viamonte 1366 se embarca en giras mágicas y misteriosas con el retoño patagónico en despliegue de falsas promesas; la provincia de Buenos Aires, desplazada entre susurros late, moviliza y espera.
¿Quién la mueve? Adivinen.
La tropa en estado de reposo suele inquietarse y romper equilibrios. Que mejor remedio para prevenir ese mal que el reunionismo. Sí, esa vieja costumbre "afista" de organizar charlas debate gastronómicas dónde un puñado de dirigentes de segundo y tercer orden compiten y levantan la mano de modo sucesivo para decir lo mismo con distintas palabras.
El lugar elegido fue la liga que preside un septuagenario transfuga que supo reportar al abogado sin oficina y ahora se hizo ceresista.
Había que elegir un tema convocante y nada mejor para desvariar de lo lindo que la famosa "seguridad deportiva" suerte de nicho de violencias futboleras donde solo caben las revueltas de las canchas y alrededores. Las otras seguridades o inseguridades se analizan en ámbitos algo mas glamorosos y distinguidos.
Pocos recuerdan al comisario administrativo y mediocre árbitro de fútbol Mario Gallina que con su limitada verba y torpes acciones atrasó 30 años el fútbol de la Provincia de Buenos Aires y, por contagio, al resto del país. Creador junto al "hueso" Glaria del Instituto Provincial del Deporte empezó desde allí a amasar la peor política y la mas regresiva e inútil normativa para neutralizar esas violencias de canchas.
Para dar cuenta del atraso basta comparar un estadio español y otro argentino en 1991 (momento de su triste aparición) y los mismos estadios 15 años después momento sublime en que, para suerte de los bonaerenses amantes del fútbol, lo retiraron definitivamente.
Mucho palabrerio intrascendente para que un funcionario de segunda línea del APREVIDE (ex COPROSEDE) viatique y justifique su innecesario salario y le de marco a la movida del ayacuchense que, dicen, empezó a usar un poco mas su teléfono celular.
¿Estará sentado en el umbral de su negocio de ropa deportiva esperando que pase el cadáver de su enemigo?
¿Qué enemigo? Bueno el arreglo no era gerenciar un grupete de ligas díscolas, no es cierto?
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