Vivimos revolca'os en un merengue
Y en el mismo lodo
Todos manosea'os...
¡Hoy resulta que es lo mismo
Ser derecho que traidor!
¡Ignorante, sabio o chorro
Generoso o estafador!
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
¡Lo mismo un burro
Que un gran profesor!
Las aventuras de un ladrón sofisticado e intrépido, en una serie de los 70, protagonizada por Robert Wagner eran la excusa para mostrar escenarios de ciudades americanas y europeas.
Berretines de época. Hubo otras del estilo como El fugitivo o el Santo dónde los protagonistas son antihéroes con glamour. De lo que justamente natura o el barba privaron al okupa. Un mano larga desangelado que además, en doce años, no presentó un solo papel en la Dirección Provincial de Personas Jurídicas. A los chorros glamorosos de las series setentistas les sobraba clase y estilo, sí, eso que el nabo nunca tuvo.
Ahora, si después de sesenta días, el "interventor", afecto a la fotografía en las canchas, no puede informar cuánta se llevó Mazzacane o, por el contrario, que su manejo de la tesorería (y el de la empleada que grita groserías cuando está feliz) es ejemplar va a costar sostener su permanencia. Anunciamos que se prorrogará por otros noventa días la novela de la intervención.
Es lamentable que un cuerpo de prestigio como el Tribunal de Disciplina se preste a un horror político como victimizar a Mazzacane. La víctima es un sujeto jurídico y político, los imbéciles carecen de entidad política. En consecuencia, si lo que busca el señor interventor es sancionar al bobo le va a dar una entidad que no tiene. ¡Flaco favor! Si es chorro que pague y lleven el asunto al fuero penal del poder judicial y si no lo es dejenlo en paz que ya bastante tiene con su triste actualidad.
En medio de tanta desesperanza reaparecen errantes que murieron hace años pero como en la distopía de Netflix The Walking Dead se desplazan y hasta hacen puerta en la vereda de la Liga.
El directivo, mandato cumplido, Martín Vasta, que una noche cabeceó la mesa en un reunión de junta directiva de lo «indispuesto» que estaba, vuelve al ruedo veinticinco años después de lograr que el club que presidió un año: El Cruce desaparezca de la Liga y de la constelación institucional de la ciudad. Entrado en años y kilos jura a quien lo escuche que está cambiado y hace de guardia imperial del cachetudo. Habrá que ver. Borges sostenía que quien no cambiaba era un imbécil y tenía razón.
Dudamos que se puedan ganar maratones volviendo a la línea de partida después de un cuarto de siglo. Si en tantos años, como en el ludo, volves al comienzo y encima de pichichi tan bueno no eras.
Así entre chorros y errantes que van por una línea: de partida; mientras eso sucede, la vida y la intervención continúan.
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